Mi abuela, la más bonita estrella en el cielo

Las enseñanzas de una abuela se llevan con uno para toda la vida. Aunque la melancolía de su ausencia duela cada día, una abuela es una marca imborrable, un abrazo que no se olvida.

Mi abuela fue el mejor regalo que pudieron ofrecerme mi mamá y mi papá. Es el tesoro más preciado de mi infancia que aún hoy atesoro en mi corazón. Y aunque la extrañe en todo momento, siento que me acompaña día a día con sus legados y enseñanzas.

Su herencia ha sido tan inmensa en mi ser que la siento presente todos los días. Cada noche que la echo de menos, simplemente miro al firmamento. Porque yo sé muy bien dónde se encuentra esa entrañable luz que ilumina mis pasos.

Hoy miro el firmamento con admiración y algo de nostalgia. Porque, entre lágrimas y melancolía, asumo que mi abuela hoy es la más bonita estrella en el cielo. La más grande de todas, aquella que naturalmente destaca por su belleza.

Es allí donde encuentro el consuelo a tu ausencia, esa que tanto me hiere. Es también ahí mismo donde puedo encontrar la respuesta a todas mis dudas. Aprecio esa misma energía que señala el camino que debo seguir. Aún sin contar con su presencia física, se convirtió en mi modelo y ejemplo de vida a seguir.

Mi abuela, la más hermosa marca emocional

 

Mi abuela es la más hermosa marca emocional que llevaré por siempre en mi alma. Llevo cada una de sus palabras y consejos tatuados en mi piel; poseo, además, un anecdotario colmado de los momentos más bellos de mi vida.

Se trata de la mentora de los más bonitos y tiernos recuerdos que conservo de mi niñez. Aquella dulce señora de cabellos canos y manos corrugadas a fuerza del tiempo.

La del peculiar aroma a dulce colonia, y la eterna amante de las ‘reliquias’, siempre velando por los objetos de decoración y chuchería.

Mi abuela es esa marca emocional que logra que yo crea en mí misma. Su orgullo y admiración hacían que me viera como una artista, siempre talentosa. Coleccionista de dibujos y cartas, público exclusivo de bailes y monerías. También contadora de cuentos oficial a tiemplo completo y consentidora compulsiva.

Sus brazos siempre estaban disponibles para alzarme. Con el tiempo, nada cambió, pues siguieron forjando los más sanadores abrazos. Pañuelos de lágrimas con una atenta escucha sin igual. Un beso dado a tiempo, la caricia más suave; un recuerdo enamorado que bajo ningún punto quiere partir.

«Entre lágrimas y melancolía, asumo que mi abuela hoy es la más bonita estrella en el cielo. La más grande de todas, aquella que naturalmente destaca por su belleza. Aunque a veces pueda no verla, sé que siempre estará allí»

Mi abuela, la estrella que jamás morirá, se hará invisible para descansar

Mi abuela es una estrella. Aunque a veces pueda no verla, sé que siempre estará allí. Ella jamás morirá en mi corazón, pues tiene el don de la eternidad e inmortalidad. Puede que simplemente se haga invisible para poder descansar.

Mi abuela fue esa heroína con cabello blanco durante mi infancia. Aquella que me enseñó sobre la confidencialidad de nuestros secretos y el valor de la sonrisa de un ser amado. Ella era devoción y cariño en estado puro; un amor desbordante, ilimitado e infinito. Sencillamente indescriptible.

Tardes de juegos, cantos y cuentos. Olor a bizcochos y delicias varias que coronaban cada merienda especial. Todos los caprichos habidos y por haber, cumplidos. Muchas enseñanzas de índole emocional gracias a su inagotable sabiduría y experiencia de vida.

Ella hoy sigue aquí, alumbrando mi destino, guiando mis pasos. Desde el cielo. Y qué más da la distancia, si tienes el don de estar siempre al lado mío. Acompañando y apoyando, como siempre. Y qué más da no poder tocarte, si sé que aún cuento contigo gracias a la gran herencia que me dejaste tras tu partida.

Brilla como solo tú sabes hacerlo, mi abuelita hermosa. Yo siempre miraré hacia arriba esperando verte, para seguir amándote. Para sentir que jamás te has ido físicamente de este mundo. Para saber que aún estás aquí. Porque no lograste partir con el recuerdo.

Dicen que uno no está donde el cuerpo, sino donde más se lo extraña. Justamente aquí se te extraña en demasía. Mi abuela de mi corazón, permaneces viva en este corazón que no deja de amarte y llorarte. No obstante, lucha cada día para que tu esencia no desaparezca. Sigues conmigo, por siempre.

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