A veces nos hacemos adictos a alguien que nos hace sentir bien y a la vez mal…
Es algo que quienes pasan por esto no pueden entender claramente. Cuando estas afuera de estas situaciones te dices a ti mismo que jamás te pasará, pero de repente sin darte cuenta conoces a alguien a quien no puedes dejar ir. No puedes aunque sepas que debes hacerlo, aunque muchas veces su compañía cause más tristezas que alegrías.
Tratas de no romantizar relaciones pero de repente ya eres parte de una y no puedes entender por qué te quedas en una relación que mayormente te hace sufrir. Sin embargo, cuando te sientes herido, cuando sientes que no puedes más y te encuentras solo en tu habitación, te preguntas: ¿Por qué me aferro tanto? ¿Por qué no simplemente dejo ir todo y me permito estar tranquilo? Así que intentas poner en palabras todo lo que te ocurre.
Posiblemente eres de aquellos que no esperaban su llegada. No, para nada, no pensabas en recibir a nadie, no habías preparado nada (ni a ti mismo) para eso.
Primer punto, su llegada te causó mucha sorpresa y eso dejó un profundo impacto en tu mente y sacudió tus emociones, te sacó de tu zona de confort. Ya estabas acostumbrado a tu rutina de a uno, salir en tu tiempo libre con amigos, estudiar, leer … algo que ya conocías muy bien, nada parecido a lo que trajo esa persona a tu mundo.
Sus manías, cambios repentinos, maneras nuevas de hacer las cosas te causó sorpresa, examinaste a esa persona para llegar a entenderla hasta empezar a maravillarte por sus ojos y esa mirada profunda, a su sonrisa, a sus gestos, al tacto de su piel, su caminar, su capacidad de tomar las cosas como efímeras, a su simplicidad, a su desparpajo y desprendimiento que te tranquiliza pero a la vez te llena de ansiedad pues parece que muchas cosas no le importan y te duele pensar que tu podrías ser una atracción pasajera más, mientras que tú quisieras observar a ese ser simple y complejo todo el tiempo.
Es una paradoja, un acertijo humano, un misterio, muchas veces inestable e irresponsable, no piensa en cómo sus acciones pueden afectar a los demás. Lo impredecible que es te subió a una montaña rusa de emociones, con esta persona tocas el cielo y vives las caídas más intensas. Muchas veces las caídas son tan atroces que quieres bajarte, correr y no regresar jamás pero cuando estas lejos recuerdas los momentos de euforia y quieres regresar.
Tus familiares y amigos te dicen que mereces una vida tranquila y racionalmente lo sabes, pero de repente sientes una necesidad que te ciega y solo quieres volver para volver a subir. Su inconstancia te generó una adicción.
Es tan difícil dejar ir a esa persona, las idas venidas te han llevado a experimentar emociones en su máxima potencia, paradógicamente, tú crees sentirte tan vivo al mismo tiempo que te sientes desvanecer. Hay tantos recuerdos y has luchado tanto por cambiar a esa persona, a ti mismo y a la relación para que funcione. pero no ha dado resultados y aún así, crees que hay algo más que hacer, crees que todo es posible, que no debes darte vencido.
Entonces te detienes y te dices: esto parece tan “poético”, parece una obra de teatro, pero… las obras son eso, obras, historias, no son reales… y si así lo fuera, terminan mal. Entonces es ahí cuando te preguntas: ¿Valdrá la pena seguir? ¿A dónde te llevará todo esto? ¿Acaso te llevará a algún lado o solo estaremos haciendo mas grande nuestro dolor y los daños? .
Estamos siempre disponibles para el otro, si dejamos de esforzarnos, ¿Esa persona haría lo mismo por nosotros? ¿Estamos desperdiciando tiempo que no volverá? ¿Y si lo que nos hace sentir vivos en realidad está acabando con nosotros? Recuerdas que estás en tu habitación, que esta es tu vida y que tu eres el protagonista, entonces decide: ¿Cuál será el siguiente acto?